Hielo, carne y sangre (2º Temporada)

Off: Venimos de Ginebra, "Aliados inesperados".


Aparecemos en el mismo lugar en que habia desaparecido el dia anterior. Miro a los tres muchachos. Me asalta la gran duda que contuve durante mi estadia en Suiza: ¿donde vive Hoofek?
-<Bueno... Ahora debemos ir... a... Ni idea.>
Bajo la cabeza, en señal de vergüenza.
-<¿No sabes donde vive?>
-<Este... No. Nadie me aclaro ese punto. La abuela de Adrian me dijo que vivia en una mansion, pero no se exactamente donde.>
Recorro la ciudad con la mirada (la parte que veo), esperando encontrar algun letrero que me diga donde esta. El tipo es un mafioso... ¿donde viven los mafiosos? Si tan solo tuviese un contacto... ¡Claro! La empresa de mi padre. Camino rapidamente al telefono publico, del cual llame anteriormente. Meto las monedas y tomo el tubo. Marco precipitadamente y espero...
-<¿Hola?>
-<¿James?>
-<¿Martin? Ayer se corto la llamada.>
-<Si, si, lo se. Necesito el numero de la empresa de papa.>
-<¿Para que lo necesitas? ¿Donde estas?>
-<En Moscu... Aguarda ¿Tu eres "superinteligente", no?>
-<Si, algo asi. ¿Por?>
-<¿Podrias buscar todas la mansiones que esten en Moscu? Digo, si puedes hacer algo asi...>
-<Para eso no necesito ser superinteligente. Tardare un poco menos, tal vez. Llamame en... media hora.>
-<Ok, mandale saludos a mama.>
Cuelgo, y me doy vuelta.
-<Tendremos que esperar.>

Nos quedamos sentados una hora, respirando el gelido aire ruso. Impaciente me acerco al telefoono y marco nuevamente. Una voz dulce me atiende:
-<¿Martin?>
-<¿Clare? ¿Estas bien? ¿Que haces en mi casa?> -pregunto confundido.
-<Llegue hace unos minutos, y James me dijo que ibas a llamar.>
-<Ah... si.>
Sinceramente, no tenia mucho tiempo para hacer sociales. Tengo que encontrar a Hoofek.
-<¿Donde estas? ¿Que haces?>
-<Estoy...> -miro a Scott y a sus primos.- <Con unos amigos... algo asi como un viaje de negocios.>
-<Ah...>
Noto que no esta muy convencida.
-<Mira, estare alli mañana o pasado. No espero tardar mucho mas que eso.>
Silencio.
-<¿No estas con nadie, no? Porque si es asi, solo dimelo.>
-<No, claro que no. Estoy en una situacion un poco mas... preocupante que eso.>
-<¿Que te pasa? No tengas miedo en decirmelo.>
-<Cuando llegue te explico.>
-<Muy bien.>
-<Mmm... ¿Podrias pasarme con James, por favor?>
-<De acuerdo. Te quiero.>
-<Igual yo. Besos.>
Espero unnos segundos y atiende mi hermano.
-<La mansion de Hoofek esta a dos cuadras del Kremlin, hacia el sur.>
-<Genial. Gracias James.>
-<Nos vemos.>
Cuelgo y me dirijo a los otros.
-<Tenemos trabajo.>

-<¿Ah, sí? Pues no me había dado cuenta> -le respondo, sarcásticamente.
Nos guía por las atestadas veredas de Moscú hacia lo que parece ser el famoso Kremlin, por lo que leí. Pero él no va en esa dirección, sino que gira y rodea la gran muralla.
Al cabo de veinte minutos, una gran mansión aparece ante nuestros ojos. Me quedo mudo de la impresión, aunque para mis adentros pienso que el Empire State Building es mejor.
-<Es aquí, ¿no?>
-<Nunca pasas por alto lo obvio> -le responde el otro, observando la arquitectura.
-<OK... hay que pensar en un plan para entrar, otro para salir y un plan B> -les digo, sacando mi pistola.
-<Correcto. El plan es el siguiente: me meto como explorador, ya que nadie puede verme, Scott y Juan esperan a que les de la señal y el Yanki se mete por la puerta de la cocina.>
-<No sé... mejor genero yo una neblina y ustedes se meten sin ser vistos...>
Nos quedamos en silencio.
-<Espera... dijiste que podías controlar las tormentas... eso significa que puedes hacer una gran nube ahora mismo, que comience a caer granizo y luego les tiras rayos...>
-<¿Rayos? Puede ser... es algo lógico, si lo piensas así... voy a probar...>
Cierra sus ojos y levanta las manos hacia el cielo.
-<¿De veras tienes que hacer eso?>
-<No... es la rutina...>
Nos quedamos nuevamente en silencio. Luego, al cabo de un minuto más o menos, del norte se acerca una nube negra y densa, a mucha velocidad. Se posa suavemente sobre Moscú y comienza a nevar. La poca gente que pasa por la calle ni se inmuta.
A los pocos minutos, grandes piedras golpean el suelo, las casas, los autos, y, lo peor, a nosotros. Nos refugiamos debajo de un balcón, excepto Juan Pablo quien se queda ahí. Se va a matar, pienso, aunque no me muevo del lugar. Observo detenidamente y noto con asombro que las piedras no lo tocan. Sinceramente, sabe lo que hace.
Al cabo de otros minutos más, una intensa luz ilumina el cielo, seguida por el sonido de un trueno. Perfecto. Es cuestión de pocos segundos que un rayo baje y destruya el techo de la mansión.

No podiamos anunciarle nuestra llegada con un cartel mas luminoso. Creo que no fue la mejor tactica.
-<Ahora, yo entrare con uno de ustedes y los otros dos trataran de entrar por otro lado. Va a estar lleno de guardias, y creo que hay un grandote con superfuerza o algo parecido. Vayan con cuidado.>
-<Vamos.>
Lo tomo del hombro y desaparecemos. Llegamos a una especie de sala de espera, con una chimenea, sillones, mesas pequeñas, sillas, cuadros y adornos (todo de lujo). Unos pasos se aproximan por el corredor.
-<Metete.>
Lo agarro del brazo y lo meto en una pequeña habitacion continua. No hay salida. Bueno, yo hago mis propias salidas.
En la otra sala oimos tres voces hablar en ruso. ¿Alguna de ellas podra pertenecer al Ruso?

Saco mi arma y entreabro la puerta: los tres sujetos están mirándome fijamente. Oh, mierda...
Cierro rápidamente la puerta. Escucho como sacan torpemente sus pistolas y se acercan corriendo a la habitación.
-Кто ебет есть? -grita uno, quien parece ser el jefe.
-<Maldita sea, nos encontraron. Sácanos de aquí rápido.>
Martin me toca el hombro y aparecemos en un gran comedor. Miro todo, asombrado, hasta que poso mi mirada en las personas sentadas a la mesa: una mujer, vestida de rojo, dos hombres con el ceño fruncido, un pelado con apariencia francesa vestido de azul, y a la cabecera un hombre imponente, con frac negro y un anillo blanco en el dedo índice.
-<Oh, Martin MaConn. Nos honra con su inesperada visita.>
Silencio. Es una situación incómoda. El pelado de azul mira alternativamente a Martin y al hombre de la cabecera, sorprendido.
-<¿Pero cómo demonios se apareció así en la sala?> -pregunta, levántandose del asiento.
-<Tranquilícese, señor Bullbaiose, no hay de qué preocuparse. Este joven, el de la espada, es el hijo de un antiguo colega mío... colega y amigo mío.>
-<Así que tú eres Hoofek> -dice, sacando la espada samurai.
-<¿Él es el maldito ruso que vinimos a buscar?> -pregunto, sorprendido. Esperaba algo un poco más... importante.
-<Anula los poderes de todos los presentes, Scott.>
Bien, hora de entrar en acción. Cierro los ojos y me imagino que lograr esa hazaña es tan sencillo como caminar.
-<Oh, un Anulador. Interesante. Conocí a uno hace tiempo.>
-<¿Qué diablos sucede aquí, Ivok? ¿De qué se trata todo esto?> -pregunta el francés, todavía sin poder creer lo que veían sus ojos.
-<Supongo que> -continúa el Ruso, ignorando al hombre de azul- <estos jóvenes muchachos también tienen dones, ¿verdad?>
Un hombre del tamaño de un oso canadiense hace su aparición por detrás de Hoofek, trayendo consigo en una mano a mi primo Juan Pablo. Una sombra de duda aflora a mi rostro, pero se desvanece rápidamente: hay que mantener las apariencias.
El Ruso también parece algo desconcertado.
-<¿No había dos niños?>
-<Sí... bueno, había... Uno desapareció.>
-<¿Cómo que desapareció?>
-<Se esfumó.>
Hoofek pone los ojos en blanco, denotando una terrible paciencia hacia su guardaespaldas.
-<Ok, ok, deja a ese que tienes en brazos y captura a aquellos dos, Minotauro.>

Asi que este es el maldito que mato a mi padre. Ahora me cobrare mi pequeña venganza. El "Minotauro" camina hacia nosotros, sonandose los dedos y con una sonrisa de suficiencia.
-<Disparale y sacalo de enmedio, Scott.>
Apunta su pistola al vientre del sujeto, pero antes de tener oportunidad de disparar, Hoofek le lanza una bandeja circular como si fuese un frisbee. El objeto le pega en la cabeza y mi compañero cae. Siento que mi poder vuelve a mi cuerpo. Levanto a mi amigo, que sin perder tiempo le dispara al Minotauro. La bala rebota en la piel del hombre y rompe un cuadro. Yo aprovecho que nuestros poderes funcionan y me teletransporto detras del Ruso.
-<No hagas ningun movimiento sospechoso y dile a estas personas que salgan de la sala.>
Con un gesto de su mano, los invitados se retiran.
-<Ahora dile a tu estupido amigo que se vaya y deje a mis... colegas.>
-<No creo que eso sea posible, Martin.>
Oigo que cargan pistolas a mis lados. Me vuelvo a teletransportar en el momento que dos disparos surcan el espacio que ocupaba hace unos momentos. Aparezco en la sala contigua, donde hay un muchacho sentado en un sofa. Aparentemente no se sorprende cuando me ve, pero yo si, y bastante.
-<¿Peter?>

Maldita sea. ¿Cómo mierda hizo para sobrevivir? Fue un disparo certero.
Estoy en problemas.
Cerca de veinte pistolas están apuntándonos a mis primos y a mí. Tiro la mía al suelo y levanto los brazos.
-<Ok, nos rendimos.>
Tres guardias se me acercan y me golpean en la cabeza. Caigo al suelo.
Silencio. Todos están callados. Mientras están concentrados en evitar los forcejeos de Juan Pablo, yo me deslizo lentamente hacia mi pistola. Al llegar hasta ella la levanto con rapidez del suelo y apunto a Hoofek.
-<¡Quietos todos! Dígales a sus guardias que suelten las armas y las arrojen por la ventana! ¡Ahora!>
Con un gesto de la cabeza, sus hombres lo obedecen.
-<No sabes con quién te metes, muchacho.>
-<Oh, sí que lo sé. Ahora arrójense todos al suelo. Pongan sus manos sobre la cabeza. No quiero que haya ni un solo movimiento.>
-<Estarás muerto antes de que despunte otro día.>
Se levanta de su asiento. Apunto el caño del arma directamente a su cabeza.
-<Ya he matado a alguien. No dudaré en hacerlo de nuevo.>
Me apunto con el dedo índice de su mano derecha.
-<Yo también tengo un don, niño. Te puedo adelantar de qué se trata; mereces saber el cómo de tu muerte. Te voy a congelar.>
-<¿Qué?>
-<Despídete, niño.>
Voy a apretar el gatillo. Mis dedos lo deslizan medio centímetro hacia atrás, pero me arrebatan la pistola antes de poder hacer nada. Fue el Minotauro. Dejó a mi primo noqueado en el suelo. No lo escuché acercarse.
-<Basta de tonterías, idiota.>
Me arrojo al suelo y le saco una pistola al guardia más cercano. Éste se levanta, pero le disparo instintivamente en el estómago. Hoofek se acerca hacia mi por adelante, mientras que su guardaespaldas mastodonte lo hace por detrás.
Me apunta nuevamente con la mano derecha, pero no ocurre nada.
-Что за черт ...?
¿Le estoy anulando el poder sin saberlo? Entonces, no tengo que tenerle miedo al "Minotauro". Lo enfrento y le apunto con la pistola.
-<¿Crees que eso me matará?>
Le disparo directamente al corazón. La bala atravieza su piel sin ningún tipo de obstáculos. Cae muerto al suelo. Vuelvo a mirar al Ruso. Diecinueve personas se tiran encima mío, y me arrebatan el arma.
Me contienen contra el suelo. Mantengo los ojos cerrados.
En pocos segundos escucho el sonido de una ametralladora. Me atrevo a abrir medio centímetro de mis párpados: una ametralladora está flotando junto a la puerta. Le dispara a las piernas de los guardias, derribándolos.
Yo me levanto completamente del suelo y miro a Hoofek. Éste me sujeta del brazo y me lo enfría, tanto hasta congelármelo. Caigo rendido al suelo.

-<¿Peter? ¿Qué haces aquí? Se supone que estabas muerto... ¿no?>
-<Ahh... al fin nos conocemos, Martin. O sería mejor decir que yo vuelvo a conocerte a ti. Sabes, hace bastante que imagino como iba a ser este momento. Imaginaba como ibas a reaccionar, a pensar, ¡a decir! Y lo más importante: que iba a hacer yo.>
Lo miro extrañado mientras él agarra una uva de la mesa y se la come.
-<Creo que todavía no lo sabes y por eso me miras así. En realidad, te delató tu comentario.>
-<¿A qué se supone que estás jugando? ¿Perdiste la memoria o eres solamente estúpido?>
-<¡Ja! Acabas de dar en el clavo.>
-<¿Qué, eres estúpido? No se como sobreviviste, pero debemos salir de aquí. Bueno, en realidad tú debes salir de aquí. Todavía tengo que ocuparme de algo... o de alguien.>
-<Me parece que estás entendiendo la situación de la manera equivocada. Eso, o estás usando el "divide y vencerás". Yo se perfectamente a que viniste. Y te lo voy a dejar claro desde ahora: no pienso traicionar a mi maestro.>
Lo miro, perplejo. ¿Su maestro?
-<Espera un minuto. ¿Acaso me perdí de algo?>
-<No trates de jugar conmigo. Yo se exactamente lo que tú y ese... Tomas me hicieron. Sabían que era demasiado poderoso para sus planes, por eso trataron de eliminarme. Pero les salió mal, solamente perdí la memoria. Y si no fuese por mi maestro, no hubiese podido desarrollar mi habilidad de la manera adecuada. Pero ahora sé, y podré vengarme de ti y de ese asqueroso cerdo de laboratorio.>
-<¡¿Qué?! ¡¿Es un maldito chiste?! Ese no puedes ser tú, Peter. O.K., admito que no debería haber manejado ebrio, pero yo no lo hice a propósito. Sea lo que sea lo que te haya dicho ese maestro tuyo, es todo una mentira. Eras mi amigo, ¿recuerdas?>
-<Sabía que ibas a venirme con tus juegos psicológicos. Por más que hagas tu mejor esfuerzo, en esta cabeza solo habrá un deseo: matarte.>
De repente se avalanza sobre mi y me golpea con algo de metal. Caigo al suelo, aturdido, y lo miro. ¿Con qué me pegó? No tiene ninguna barra de metal en las manos, ni nada parecido... al menos no en las manos. Vuelvo a fijarme en su brazo derecho: está recubierto con una sustancia que parece acero.
-<¿Te sorprende, no? A mi me pasó lo mismo la primera vez. Pero depués me acostumbre, y comencé a disfrutarlo.>
Me golpea nuevamente, una, dos, tres veces. Mi nariz parece una cascada de sangre, goteando sin interrupción. Logró concentrarme en el otro lado de la sala y desaparezco. Miro a mi alrededor. Peter está a tan solo seis metros de distancia.
-<¿Piensas escaparte con tu débil poder de teleportación, Martin? Pues mira como me río.>
Me levanto trabajosamente y saco la espada que momentos antes había guardado, cuando creí que Peter Johnson no era un peligro.
-<No se quien te lavó el cerebro, pero no me forzaras a pelear contigo.>
-<No trates de vanagloriarte, no después de lo que me hiciste.>
-<¡Pero yo no te hice nada!>
Comienza a correr hacia mi, totalmente enfurecido. En el camino, apoya su mano izquierda sobre una ventana y, de repente, su brazo se convierte en vidrio y toma de forma de una cuchilla. Estira su brazo izquierdo hacia mi, en el intento de cortarme, pero yo interpongo mi espada. Su brazo se parte en pedazos, dejando caer miles de astillas de vidrio al suelo. Yo me cubro de la descarga con mi antebrazo y me teletransportó varios metros más lejos. Vuelvo a abrir los ojos y lo miró allí, gritando de dolor, mientras su brazo recupera su forma natural.
-<Arderás por esto, igual que todos los que te quieren.>
-<No tengo tiempo para una venganza imaginaria, Peter, así que te conviene tirarte a un lado y dejarme terminar con mi problema.>
-<Ahora yo soy tu problema.>
Sus dos brazos se convierten en filosas cuchillas de acero y vuelve a la carga. Yo uso mi espada para defenderme y pronto me doy cuenta de que esto no es como los entrenamientos de Khato. No me enfrento a un adversario que trata de enseñarme, y no peleamos con katanas de madera. Esto es una pelea de vida o muerte, él contra un enemigo y yo contra un amigo. Vuelvo el tiempo atrás, a las soleadas tardes de Japón. Tengo que usar mi poder para vencerlo.
Comienzo una especia de danza, apareciendo y desapareciendo a su lado o, mejor dicho, a sus lados. Veo la desesperación en su rostro, cuando comprende finalmente que no puede tocarme. Soy demasiado rápido para él. Estoy sobre mis límites, algo que nunca había hecho. Veo como mi espada se abre pequeños tajos en sus piernas, brazos y en su pecho. No trato de llegar a su cabeza. Matarlo sería condenadamente fácil, pero no pienso hacerlo. Yo no mato, ni aunque fuese el último recurso. Se que es un sentido de la moral bastante anticuado, pero algo dentro mío se aferró a ello y no quiere soltarlo.
Pasados unos minutos exaustos, aparezco lejos de él.
-<Se acabó, Peter. Más de eso no puedo hacerte.>
Veo su ropa hecha jirones y su cuerpo tatuado de cortes.
-<Así... así que eres... demasiado débil. Pensé que... hacerlo... o intentar hacerlo... una vez... no te impediría hacerlo de nuevo. Pero... parece que la conciencia te está matando... ¿no? Te sientes culpable por... haberme matado la primera vez. Bien.>
Inesperadamente, se tira sobre mi, con las dos cuchillas sobre su cabeza. El espacio entre nosotros me sa el tiempo justo para levantar mi espada. De repente, el tiempo comienza a ir más lento. Veo como sus brazos caen duramente sobre mi, ahora, débil katana. Veo como ésta se resquebraja y se separa, lanzando filamentos por doquier. Varios de ellos me abren cortes en la piel. Mi cuerpo no obedece a mi dormida mente y me saca de ahí. Aparezco no tan lejos como esperaba. Estoy sentado en el sillón, con la media espada en mi mano derecha y mis ojos fijos en Peter.
Antes de que ninguno de los dos podamos decir algo, las puertas se abren y hace su aparición Hoofek.
-<Maestro.>
Peter se da vuelta y se inclina ante el Ruso. Éste me mira, lanzando odio por sus ojos.
-<Veo que al final el entrenamiento que le proporcioné a mi pupilo fue mejor que el que Khato te dio a tí. Siempe lo consideré un japonés inútil. Sigo sin entender como tu padre lo aceptó como aprendiz.>
-<No... diga nada en contra de... mi padre. Usted es un cerdo, igual que... el Holandés y... la vieja loca, esa Gualladrem.>
-<Así que conoces a mis viejos amigos, ¿eh? Al final todos somos unos malvados, cada cual a su manera. Johann quería ser el más poderoso y por eso comenzó a eliminar a la competencia. Los Aataca terminaron siendo unos estúpidos y siempre pensaban por su lado. Ni entre ellos se entendían, ¿puedes creerlo? Al viejo, Black, no llegué a conocerlo bien, pero creo que era el más honesto de todos. Y tu padre... Era con el que más me entendía, pero después, su irritante sentido de la moral terminó siendo odioso. Según él, no habia que usar nuestros dones como armas. Seguía creyendo en ese tonto código de honor que Black puso al formar la Orden de Vetannia. Si, creo que Bruce MaConn fue el único que se mantuvo en la misma línea. Lástima que se me opuso. Tenía una mente brillante, y no gracias a su poder.¿No te preguntaste por qué estaba tan frío cuando lo encontraste? Ah... claro, tú no lo encontraste. Estabas dándote una vuelta por París cuando él moría frente a mi.>
Yo lo observaba, totalmente paralizado. Hoofek se me acercó y me dijo al oído:
-<Matarlo fue bastante aburrido, pero tu madre compensó el viaje, ¿no te lo dijo?>
¿Qué?
-<¡Eres un malnacido!>
Me arrojo sobre su cuello y trato de estrangularlo. De repente, mi manos comienzan a enfriarse. Mi piel se vuelve azul y una capa de escarcha me recorre los brazos. Siento como, lentamente, se me congelan las muñecas. Logro quitar mi mano derecha, pero la izquierda se quedó pegada a su cuello. Él comienza a ejercer presión sobre mi muñeca izquierda y, apretando bien fuerte, me la parte.
-¡Ahhhhhhhh!
Grito como nunca antes lo habñia hecho. Miro el brazo que me llega un poco más allá del codo, todavía azulado. Las lágrimas se amontonan en mis ojos, y me impiden ver la silueta que está en el marco de la puerta, sosteniendo... ¿un lanzallamas?

Abro los ojos. Estoy recostado sobre el suelo, y hace mucho calor. Juan Ignacio me tiende la mano para ayudarme a levantarme, cosa que hago rápidamente. Parado sobre mis piernas, observo que la habitación está medio en llamas.Aaún veo medio borroso a causa del aturdimiento. Los sonidos me llegan como ecos lejanos. Alguien está diciendo algo así como "Sco". Pero el sonido parece prodecer de muy lejos. Apoyo mi brazo en el hombro de mi primo. Sus labios se están moviendo, articulando palabras. El humo me está empezando a tapar la garganta.
De repente, la realidad da una especie de golpe fuerte en mi cabeza y mis sentidos se amplifican hasta alcanzar su agudeza normal.
-<¡Scott! ¡Despierta, maldita sea!>
-<¿Qué pasó?> -pregunto, desorientado.
-<¡Hay que salir de aquí, y rápido!> -responde, aliviado, mientras me saca de la habitación en llamas-. <Mi hermano está fuera de combate, pero ya lo llevé al pasillo.>
-<¿Qué pasó?>
-<Ustedes estaban perdiendo de lo lindo ahí dentro, contra ese monstruo gigante y el ruso "Iceman". Yo conseguí una ametralladora y los baleé lo mejor que pude. Algunos escaparon, como el ruso, pero los demás no tuvieron esa suerte.>
-<¡¿Y por qué está todo prendido fuego, maldición?!>
-<Mi teoría es que le di a algún tipo de explosivo. No estoy seguro. Saqué a Pablo lo más rápido que pude y luego fui por ti. Pero el grandote me impidió el paso. Está muy mal herido, no se pudo quedar a pelear> -dice, con satisfacción.
-<Hay que ayudar a MaConn, antes de que esto se incendie por completo. ¿Tienes algún arma?>
-<Ahí a la derecha a un salón de armas. Podemos buscar alguna, si quieres...>
-<Perfecto. Pero tú tendrás que empuñarla> -digo, mirando mi pálido brazo-. <Aún no hay circulación de sangre.>
-<¿Qué uso?> -pregunta, ni bien entramos a esa sala.
-<Un lazallamas> -respondo, sin dudar. Para vencer al frío debes usar el calor.
Toma uno de un estante y salimos rápidamente al pasillo. Corremos (en realidad, el que corre es él, yo intento seguirle el paso) y nos detenemos frente al marco de una puerta, que da a una habitación donde se celebra una extraña batalla.

El primo de Scott sostiene el lanzallamas. Mira para ambos lados, inseguro, y cuando detecta a Hoofek aprieta el gatillo. Las llamas recorren la sala. El Ruso grita, abalanzándose sobre Scott y su primo. Yo me levanto y trato de detenerlo, todavía sintiendo el punzante dolor de mi brazo. Giro mi cabeza y veo que la mano de Peter toma forma de garra metálica. Cada dedo parece un cuchillo. Trato de esquivarlo, pero parece ser más rápido que yo… todos parecen más rápidos que yo. Veo su mano descender sobre mi rostro, y luego… más dolor. Siento cuatro líneas arder en mi cara. Vuelvo a caer al suelo.
-<Ahh… malditos…>
De pronto, la sala comienza a enfriarse. Es imposible. Las paredes todavía arden. Giro mi cabeza hacia la derecha y veo a Hoofek sosteniendo algo con la mano izquierda y con la derecha levantada, lanzando hielo.
-<Esto no me detendrá, MaConn. Aquí tengo un interruptor, que activará la bomba que tienes en el medallón de tu padre. Y no quiero perder tiempo. Mándales saludos a los de arriba.>
Aprieta el botón y… no sucede nada. Llevo la mano a mi pecho y no siento el collar. Yo no lo tengo. Solo podía ser… O no… Que no sea cierto.
-Что! Теперь, что случилось?
-<Clare…>
Miro a mi alrededor, totalmente desorientado. Se que estoy sentado en el suelo de una de las habitaciones de la mansión de Hoofek, pero a mi alrededor observo una casa en llamas. Veo a mi madre del otro lado de la calle, sosteniendo a mi hermano James. Están llorando. Están asustados.
Me levanto y corro hacia ellos.
-<Martin… ¿do… dónde estabas?>
-<¿Dónde está Clare, mamá? ¿Dónde está?>
-<Estaba… estaba adentro. Justo antes de que explotara.>