Una tarde tormentosa (3° Temporada)

Parece que volví al cementerio de New York. Así es: volví. Harán veinte, veinticinco días que estuve aquí por el padre de un amigo mío. Todavía no se exactamente como murió. Sé que a los forenses les impresionó lo congelado que estaba. Lo curioso es que otra vez están enterrando a una persona... intima de mi amigo. Si, del mismo. Era su novia y una de mis mejores amigas. Se llamada Clare O'Hare, y pueden apostarlo, la voy a extrañar.

Miro hacia arriba y siento las gotas de la lluvia golpear contra mi cara. Hace poco paró de nevar, pero el mal tiempo continúa. Desvío mi mirada hacia el ataúd color caoba y veo a Martin MaConn, el novio. Hace tres días volvió de un extraño y épico viaje de donde, extrañamente, retornó manco y con cuatro cortes en la cara. Quedó medio feo el pobre. Y se hizo de un nuevo amigo, un tal Scott Collins. No se adonde habrán ido esos dos, pero sé que a mi no me hubiese gustado.

Pero, aunque no lo crean, soy un chico especial. Así es. ¿De qué manera podría decirlo? Puedo brillar. Si, así de absurdo. De mi piel sale luz, como un foquito eléctrico. Ahora estoy bastante sereno, pero si me hubiesen visto hace más o menos quince días, podrían haber apreciado mi cara de espanto e incredulidad. Por suerte uno tiene amigos que entienden de estos temas. El mío se llama Tomas Tereson. Parece ser que él conoció a un tipo parecido a mi, pero que podía teletransportarse. No me dijo quien era, pero a través de su experiencia pudo darme una mano. Ahora lo tengo bastante controlado, y brillo cuando quiero, y no en cualquier momento.
¿Se imaginan estar en un boliche y empezar a brillar entre todas las personas? Algo así me pasó a mí. Pero mejor no entrar en detalles. Me limito a decir que está todo bajo control. O eso espero.

Martin terminó de recitar el poema favorito de Clare (cortesía de su hermano, James, que de repente está demostrando una inteligencia innata en él) y comenzaron a echarle tierra a la foza. Los invitados se acercan a la familia y los consuelan, por espacio de unos segundos. Yo camino lentamente hacia Tom y su novia Melanie.

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- -me dice Melanie.
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La casa... mansión de los MaConn siempre me impresionó. Será porque el departamento en donde vivo no es nada del otro mundo. Los MaConn siempre tuvieron dinero, y los amigos de Martin sabemos que a él eso le irritaba. No creo que le gustase sentirse más que los demás, pero tampoco era raro que resaltase en una reunión. ¿Cómo creen que se quedó con Clare, si no? Estuve años tratando de conquistarla y llega este chico y me tira todo al diablo. Pero pronto comprendí que eran el uno para el otro, y que yo no encajaba para nada en la vida de ella. Así que lo acepté y me convertí en uno de sus mejores amigos, junto a Tom y Peter. Bueno, Peter también murió. Un asunto feo ese. Parece que manejaban borrachos con Martin y cayeron al lago. Historia vieja.

Me acerco dificultosamente a James MaConn, pasando por un mar de gente.
-<Buenas, muchacho. ¿Alguna novedad?>
-<Mañana cumplo quince. Como que esto me aguó la fiesta.>
-<No te deprimas. Vas a ver como nos divertiremos.> -le contesto con una sonrisa.
Echa un vistazo a la sala y me dice mientras observa una botella de ginebra.
-<No lo dices por mi en realidad. Acabas de sacar una materia previa que te había privado de viajar a Bariloche con mi hermano y los demás. Ahora tienes la perspectiva de una vida libre, aunque todavía no tienes empleo. Y según las estadísticas... con todo este tema de la crisis y el cambio de presidente... lo que más te convendría es trabajar para MaConn Industries. Pero debo decirte que Martin no es el dueño absoluto, y que tendrías que ser aprobado por el Consejo de Directores.>
Lo miro sorprendido y le pregunto:
-<¿Cómo lo llamas a eso?>
-<Procesar la información como una calculadora.>
-<Genial. Discúlpame, James, tengo que hablar con tu hermano.>

Camino entre las personas aquí reunidas, buscando algo para tomar. No conocí a la tal Clare, pero para ser que era una buena chica.
Luego de servirme un vaso de champagne, mis pies me llevan a una zona en reconstrucción. Cintas de PELIGRO impiden que avance más, pero no es necesario para darse cuenta que acá hubo una explosión.
Un muchacho se me acerca y dice:
-< Tú debes ser Scott Collins... >
Se detiene y me mira, muy sorprendido.
-<¿Qué pasa?> -le pregunto, molesto.
-< A tú lado me siento como un chico de catorce años. >
-<¿Y qué edad tienes?> -pregunto, viendo que es un adolescente en plena etapa.
-< Voy a cumplir quince mañana. >
-<¡Ah! Entonces no te "sientes" como un chico de catorce, "eres" un chico de catorce.>
-< Supongo que mi hermano no te ha hablado de mí. >
-<¿Quién es tu hermano?>
-< Martin MaConn. >
-<¿Y qué se supone que debería haberme dicho de tí?>
-< Eh... yo... A ver, ¿cómo puedo explicártelo? Se podría decir que proceso la información a gran velocidad, como una calculadora. >
-< O sea, tienes una habilidad. Un poder. >
-< Sí, bueno, eso mismo. Pero al lado tuyo... me siento más... lento. ¿Me entiendes? >
-< Es porque te estoy anulando el poder. >
-< Ok, ¿sabes? Me iré hacia allá porque esta sensación es... horrible. Me siento un estúpido. >
Se va tranquilamente, mientras yo me debato internamente si lo último que me dijo fue un insulto o no.

Abro lentamente la puerta.
-<¿Martin? ¿Puedo pasar?>
-<Ya lo hiciste.>
Termino de abrir la puerta y lo veo. Está sentado de espaldas, mirando una pequeña mesa de marmol, que sostiene, sobre un pedazo de terciopelo purpura, una espada samurai que está partida en tres partes, con pequeños fragmentos a ambos lados.
-<Necesitaba pedirte algo. Ya se que no es el mejor momento, pero últimamente estás medio desconectado, y no nos... me prestas atención.>
-<¿Qué necesitas?> -me pregunta, dándose la vuelta.
La parte izquierda de su cara estaba marcada por cicatrices: cicatrices curadas hacía poco, rojas sobre la piel blanca, cuatro estrías paralelas desde el ojo hasta la mandíbula, como arañadas por las zarpas de una garra enorme.
-<Martin, estoy necesitando un empleo. Me preguntaba si tendrías algún lugar en la empresa de tu... en tu empresa.>
-<Es una empresa de construcción.>
-<Ya lo sé. Puedo servir de algo. No se... Podría atender a la gente en la recepción. Cualquier cosa.>
-<Si... Bueno, seguro que encontraré algún lugar para ti. Ahora... Creo que debo irme. Tengo que ayudar a un amigo.>
Se me acerca y me apoya sus brazos en mis hombros.
-<Tomas me contó lo de tu habilidad. Espero que... la uses bien.>
Se separa de mi, le echa una ojeada a la espada y... desaparece.
No puede ser cierto. El teleportista de Tomas era... ¡Martin! Eso explica muchas cosas.
Espero que pronto nos vayamos a dormir, no soporto más este aire de tristeza y melancolía.

Ya es de noche; las dos de la mañana, más o menos.
No puedo conciliar el sueño. Giro constantemente en mi cama, buscando la posición más cómoda. Todo lo que sucedió recientemente aún me tiene algo... sorprendido; mejor dicho, me tiene revolucionado. Revolucionado interiormente.
¿Yo, un sujeto fuera de lo común? Mi vida hasta hace unos meses no dejaba de estar más dentro de lo común. Luego viene un tipo, me intenta robar o matar, no me acuerdo bien, usando algo parecido a "telekinesis". ¿Y adivinen quién lo detuvo, sin hacer ni un sólo gesto? Yo. Yo supuestamente le "anulé" su poder.
Bien.
A partir de ese momento, mi vida se volvió un desastre: en un abrir y cerrar de ojos me encontraba del otro lado del continente, en un pueblito olvidado de Dios, cruzándome con fenómenos con habilidades superhumanas. O sea... ¡Maté a una anciana! ¡Y todo porque se suponía que era una especie de peligro para la humanidad! Después de eso, viajé al norte, hasta Moscú, con un chico neoyorkino y multimillonario con el extraño don de la teletransportación. Mis primos menos familiares me acompañaron, y cada uno de nosotros hizo uso de sus poderes en una especie de "batalla" contra las fuerzas del Eje mafiosas.
Muy interesante todo. Por mi culpa una mansión de quince mil millones de dólares se prendió fuego. Al teletransportador, Martin MaConn, lo encuentro en una habitación junto con el "Padrino versión 4.0", al borde de la muerte. Si no hubiese sido por mi valiente intervención, yo estoy muy seguro de que él habría terminado muerto.
Es que el asunto fue así: yo entré junto con mi prim...

Salto de la cama, rápidamente, al oír el sonido de una pequeña y casi inaudible explosión, en el otro lado de la mansión. ¿Pero qué demonios sucede en este lugar? Me visto lo más rápido que puedo, y saco de su envoltura a mi nueva pistola. Ya nadie me sorprenderá desarmado.
Salgo sigilosamente del cuarto, y camino hasta la habitación del tal Tomas.
Éste sale a recibirme al pasillo, visiblemente asustado.
-<¿Qué está pasando? ¿Por qué tienes un arma?>
-<No tengo ni idea. Ve a despertar a Martin y los demás.>
-<Martin no está. Se fue.>
-<¿Cómo que se fue? ¿A dónde se fue?>
Sin embargo, la aparición de tres hombres, vestidos de negro, con chalecos de kevlar, y armados con ametralladoras, le impide contestarme.
-<¡Abajo!> -grito, arrojándolo dentro de su habitación. Sin perder un segundo, yo lo sigo.
¿Y ahora quiénes son estos? ¿Agentes del gobierno? Ni idea; lo único que pasa por mi mente ahora es correr y esconderme.
Correr y escondernos.

La bella Diane Kruger se acerca lentamente a mis brazos, vestida de blanco en aquella pradera extensa. Los pétalos de rosas caen a nuestro alrededor... sus labios color fuego se acercan a los míos... la siento tan cerca...

¡BOOM! Me caigo de la cama a causa del movimiento de la habitación. ¿Qué fue eso? Me quedo en el suelo, escuchando. Creo que será mejor que me vista. Lo hago sin darme cuenta que me pongo y salgo de la habitación. Casi me choco con James, que venía corriendo por el corredor.
-<¡Ey! ¿Qué pasa? ¿Qué fue ese ruido?>
Veo su cara: el sudor le cubre el rostro y se lo ve bastante preocupado.
-<Eh... Hay... Hay unos tipos... Por allá> -dice, señalando la cocina.
-<¿Ladrones?>
Cierra los ojos un minuto, y luego los vuelve a abrir.
-<No, están uniformados y llevan ametralladoras de punta. Además, se los ve bastante organizados.>
Varios dardos se clavan de improviso en la pared de atrás. Malo, esto es malo.
-<¡Muévete!>
James me agarra del brazo y me lleva al pasillo principal.
-<Hay que tomar el ascensor que lleva al estacionamiento de abajo... ¡Espera! ¿Y mi madre?>
¿Su madre? ¡Que idiotas!
-<Muy bien, escúchame. Yo iré a buscarla. Tú quedate aquí espera a los otros.>
Vuelvo corriendo por el pasillo, pensando en los ejercicios que me hizo hacer Tomas las últimas semanas. Me dirijo al Ala Norte. Cuando estoy por llegar a la habitación, tres tipos vestidos como el FBI salen de no se donde y se ponen frente a mi en cuestión de segundos. Lo único que alcanzo a hacer es levantar el brazo y emitir un potente haz de luz que los enceguece, dándome tiempo de volver con James.
Lo veo al final del pasillo, mirando para todas partes.
-<¡Corre!>
Bajamos a toda prisa las escaleras principales y desembocamos en la sala. Hay, por lo menos, una docena de agentes.
Mi habilidad se apodera de mi cuerpo. Destellos dorados inundan la sala. Hasta yo tengo que cerrar los ojos. La luz se va como vino, en un instante. Miro a James y a los demás: todos con las manos en los ojos.